
frio, electrizándolo, llenándolo de la pasion gitana, del amor flamenco, de la fuerza
del amor hecho cante y baile, transpiración y gemido,....ole.
Escuchar a Camarón de la Isla en estas remotas tierras desmenbradas y oir la pasión del taconeo y de las voces que desgarran el aire, es como escuchar cantos gregorianos en la Capilla Sixtina, solo, en el centro de la nave.....
Ole flamenco, larga vida en Puerto Montt


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